Desgarros
incorpóreos
que ya
anidan
incesantes,
en sus
alas,
blasfemando
lo sutil,
desvirgando
lo intangible…
hasta
atravesarlo de muerte.
Esquirlas
que lo componen,
conformadas
para ser polvo,
que
convocan a esa nada atrevida
que
lo inmola.
Muriendo a
dentelladas pedestres
en su
propio abismo consumado.
Sumido en
la locura del pájaro que lo puebla
del poema
que lo pare una y otra vez
dejándolo
exhausto… entregado… vencido..
Y es la
muerte quien le besa la mirada…
la mirada
perdida… extraviada… tan lejana,
tan herida
de vacío,
exiliada
de la vida.
Vomitando
sus propios crepúsculos
y
vaciándose de anhelos
hasta
volverse pétreo…
lanzado al
abismo circundante…
y también
al que lo puebla,
corrompidas
de sombras sus entrañas…
cae…
inexorablemente…
sin más
secretos del tiempo,
con las
alas entregadas,
enarenada
su alma,
agonizando,
fragmentado
de vida,
oscuro de
soledad…
y quizás
la caída sea
otra forma
de volar…
acto final
de amor…
de lujuria
con la muerte.
Muerte
enamorada del poeta,
que viene
a buscar el último beso
que la
haga sentir efímeramente viva....
Genial, maravilloso, muy sencible tu desnudez
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